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El engaño de Icaro

Aquí estoy dando inicio a mi taller y les voy contando el mito de Ícaro. Al sur de la isla griega de Samos se encuentra el mar de Icario, cuenta la leyenda que es ahí donde murió Ícaro, víctima de su orgullo desmedido. Su padre Dédalo, era un hombre de recursos. Condenado a prisión por sabotear la obra del Rey Minos, Dédalo concibió un brillante plan para escapar. Así pues, fabricó para él y su hijo unas alas para poder escapar volando de la Isla de Mino. Las fijó con cera en los hombros de Ícaro y en los suyos, y acto seguido emprendieron el vuelo.

El padre aconsejó a su hijo que no volara demasiado alto. No obstante, Ícaro era joven,
imprudente y orgulloso. Decidió no hacer caso a las indicaciones de su padre y comenzó a elevarse más de lo recomendable. Tanta altura tomó que el sol comenzó a impactar directamente sobre la cera, derritiéndola y haciendo que Ícaro, desprovisto de sus alas, se precipitara hacia el vacío.

La sociedad ha alterado el mito animándonos a olvidar la parte sobre el mar, y ha creado una cultura en la que todos nos recordamos constantemente los peligros de alzarse, destacar y romper el orden.


Nos conformamos con expectativas simples y ni siquiera soñar. Nos prometemos menos de lo que somos capaces y eso no puede seguir así. No quiero decir que ahora nos lanzaremos de acantilados o ser sumisos a cualquier idea. Pero si es posible ser humanos, crear arte y volar mucho más alto de lo que se nos dijo era posible.

Vuela alto, brilla lo más que puedas, consigue esa meta que sabes te hará feliz aunque el camino sea escabroso al principio. ¡Merece la pena luchar por tus sueños y vivirlos !